Cierta vez, un Náufrago fue arrojado a las orillas de una playa tras hundirse su barco. Al llegar, se quedó dormido por la fatiga, pero no tardo mucho en despertarse, y al ver al Mar, le recriminó por seducir a los hombres con su apariencia tranquila, para después que hayan embarcado sobre sus aguas, se enfurezca y los hagan perecer.
El Mar, al oír esto, tomó la forma de una mujer, se acercó a él, y le dijo:
"No es a mí sino a los vientos a quienes debes dirigir tus reproches amigo mío. Porque yo soy tal como me ves ahora, y son los vientos los que lanzándose sobre mí inesperadamente, me levanta y enfurece."
Moraleja
Nunca hagamos responsable de una injusticia a su ejecutor cuando actúa por orden de otros, sino a quienes tienen autoridad sobre él.