Con las orejas gachas
y la cola entre las piernas,
se llevaba un Zorro
un Gallo de la aldea.
Muchas gracias al alba,
que pudo ver la fiesta,
al salir de su casa
Juana la madruguera,
como una loca grita:
"¡Vecinos!, ¡que se lleva,
lo que es mío!, ¡vecinos!"
Oye el Gallo las quejas,
y le dice al Zorro:
"Dile que no nos mienta,
que soy tuyo, y muy tuyo."
Volviendo la cabeza,
le responde el Zorro:
"¿Oyes eso gran embustera?
No es tuyo, sino mío,
él mismo lo confiesa."
Mientras esto decía,
el Gallo libre vuela,
y en la copa de un árbol
canta que se las pela.
El Zorro, burlado,
huyó, ¡quién lo creyera!
Yo pues, a más de cuatro
muy zorros en su treta,
por hablar a desatiempo,
los vi perder su presa.