Un día, una Zorra que saltaba sobre unos montículos, estaba a punto de caerse, pero logró evadir la caída agarrándose de un Espino, pero las púas de este, le hirieron las patas. Incomoda la Zorra por el dolor que les producían las espinas, le dijo al Espino:
"¡No es justo!, ¡acudí a ti por tu ayuda, y me has herido!."
El Espino respondió:
"¡Tu tienes la culpa amiga Zorra por aferrarte a mí!. Bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción."
Moraleja
Nunca pidas ayuda al que acostumbra a hacer el daño.