Una vez, un Cojo y un Ciego llegaron a la orilla de un río que debían cruzar forzosamente, pero no tenia puente. Ante esta dificultad inesperada, el Cojo dijo a su compañero:
"Aquí hay un cruce bastante bueno, pero para serte franco, mis piernas no me permiten cruzarlo."
El Ciego contestó:
"Yo lo pasaría si pudiese ver, pero como me falta la vista, temo resbalar y ahogarme en él. ¿Que haremos?."
Pensando unos minutos, el Cojo dijo:
"¡Se me acaba de ocurrir una magnifica idea!. Tus piernas mi amigo, serán mi sostén, y mi vista, será nuestra guía. Ayudándonos mutuamente pasaremos sin dificultad a la otra orilla."
Estando ambos de acuerdo, el Cojo se acomodó sobre los hombros del Ciego, y emprendieron el cruce del Rio. Tras llegar a la orilla, ambos estaban felices y a salvo. Gracia a su ayuda mutua, lograron su objetivo de llegar a la ciudad antes del tiempo promediado.
Moraleja
Ayúdame, y yo te ayudaré.