Una vez, se mofaba el Invierno de la Primavera, haciéndole algunos reproches porque tan pronto ella aparecía, nada estaba tranquilo. Las personas se marchaban a los prados o a los bosques a entretenerse o a cortar flores, otras viajaban y hasta surcaban los mares para visitar a los amigos; en fin, nadie se cuidaba de los vientos ni de las tempestades.
Un día, el Invierno dijo:
"Yo soy el Rey del Mundo. Prohíbo levantar los ojos al cielo y ordeno dirigir la mirada a la tierra; asusto a los hombres y les obligo muchas veces a quedarse en casa todo el día."
La Primavera que lo oyó, le dijo:
"Con razón se alegran cuando te vas. Por lo que a mí respecta, hasta mi nombre les parece bello, el más hermoso de todos. Y cuando me voy, guardan mi recuerdo recibiéndome henchidos de alegría a mi retorno."
Moraleja
Alábate si no hay quien te alabe.