Yo conocí un jumento
que murió muy contento
por creeer (y no iba fuera de camino)
que así cesaba su fatal destino.
Pero la adversa suerte
aun después de su muerte
lo persiguió: dispuso que al difunto
le quitasen el cuero, luego al punto
para hacer tamboriles
y que en los regocijos pastoriles,
bailasen las zagalas en el prado
al son de su pellejo baqueteado.
Quien por su mala estrella es infeliz,
aun muerto lo será: Fedro lo dice.
Fábula: El Asno infeliz |