Poco antes de morir un corderillo
lame alegre la mano y el cuchillo
que han de ser de su muerte el instrumento,
y es feliz hasta el último momento.
Así, cuando es el mal inevitable
es quien menos prevé más envidiable.
Bien oportunamente mi memoria
me presenta el lechón de cierta historia.
Al mercado llevaba un carretero
un marrano, una cabra y un carnero.
Con perdón, el cochino,
clamaba sin cesar en el camino:
"¡Ésta sí que es miseria!
¡Perdido soy! ¡Me llevan a la feria!"
Así gritaba; mas con qué gruñidos.
No dio en su esclavitud tales gemidos
Hécuna la infelice.
El carretero al gruñidor le dice:
"¿No miras al carnero y a la cabra,
que vienen sin hablar una palabra?"
"¡Ay, señor!" -- le responde -- "¡ya lo veo!
¡son tontos, y no piensan! ¡Yo preveo
nuestra muerte cercana!
A los dos, por la leche y por la lana,
quizá no matarán tan prontamente;
pero a mí, que soy bueno solamente
para pasto del hombre, no lo dudo.
¡Mañana comerán de mi menudo!
¡Adiós, pocilga! ¡Adiós, gamella mía!"
Sutilmente su muerte preveía.
Mas, ¿qué lograba el pensador marrano?
Nada, sino sentirla de antemano.
Moraleja
El dolor y los ayes es seguro,que no remediarán el mal futuro.