A un buen cojo, un descortés
lo insultó atrevidamente.
Le oyó el Cojo pacientemente,
continuando su carrera;
cuando al son de la cojera
dijo el otro: -- "¡Una, dos, tres,
cojo es!"
cojo es!"
El Cojo lo oyó; y aquí fue
donde el buen hombre perdió
los estribos, pues le dio
tanta cólera y tal ira,
que la muleta le tira,
quedándose, ya se ve,
sobre un pie.
"¡Sólo el no poder correr
para darte el escarmiento!"
- dijo el Cojo - "Es lo que siento,
que este mal no me atormenta!":
PORQUE AL HOMBRE SÓLO AFRENTA
LO QUE SUPO MERECER
PADECER.
Fábula: Un Cojo y un Picarón |