Estaba un Ratoncito atrapado
en las garras de un León; el desdichado,
en tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al León, que en su retiro descansaba.
Pide perdón el Ratoncito, llorando por su insolencia,
al oír implorar la real clemencia,
responde el Rey en majestuoso tono
"Esta bien, yo te perdono".
Poco después, cazando el León, tropieza
en una red oculta en la maleza.
Quiere salir; mas es inútil, ya queda prisionero.
Resonando la selva, ruge muy fiero.
El libre Ratoncito, que lo siente,
corriendo llega, y roe diligente
los nudos de la red, de tal manera
que al fin rompió los grillos de la fiera.
Moraleja
Conviene al poderosopara los infelices ser piadoso,tal vez se pueda ver necesitadodel auxilio de aquel más desdichado.
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