Una vez, había un Jilguero tímido que no cantaba. Cuando las demás aves le preguntaban por qué no cantaba, siempre respondía:
"Jamás cantare para ser objeto de burla."
Un día, se acercó un Perico al Jilguero, y le dijo:
"No tienes por qué temer amigo Jilguero. Canta y verás que nadie se reirá."
Pero el Jilguero seguía sin cantar nada. Al poco rato se le acercó una Cotorra, y le dijo:
"Amigo Jilguero, una vez te oí cantar en el bosque, y tus cantos me encantaron. Dime, ¿por qué no cantas ahora?."
El Jilguero siguió sin responder nada. Mas rato, se le acercó un Ruiseñor, y con gran entusiasmo, empezó a entonar su bellos cantos. Pero, al notar la apatía del Jilguero, preguntó:
"Amigo Jilguero, ¿por qué no me acompañas en el canto?, seriamos un gran dúo."
El Jilguero tímidamente confesó sus temores al Ruiseñor, y este le respondió:
"Bueno. Cantes bien o mal, es asunto tuyo. Sin embargo, si no cantas ni para ti mismo, no eres un Jilguero, ni eres nada."
Moraleja
Quien no dice lo que quiere, llega a viejo y tonto muere.