Cierta vez, un Rey León y su Paje el Lobo, salieron del bosque en busca de aventuras. De pronto, dijo el Lobo:
"Detengámonos aquí mi Rey. Escucho el balido de ovejas. Si me permite, iré por una de ellas para que usted tenga una exquisita merienda."
El León aceptó y así, el Lobo se alejó.
Mientras el Rey León esperaba, soñaba y saboreaba aquel gran favorable aperitivo propuesto por su ayudante. Por otro lado el Lobo al llegar al rebaño, se dio cuenta de que estaba bien cuidado por Perros y Pastores armados listos para abatir a cualquier carroñero que se acerque a sus preciadas ovejas.
Tras ver su inminente y segura derrota, el Lobo regresó donde su Rey con el rabo entre las piernas. Cuando el Rey lo tuvo en su presencia, le dijo:
"Y bien. ¿Donde está aquella exquisita oveja?"
El Lobo respondió:
"No traigo ninguna mi Señor. Están muy flacas y... Sugiero que esperemos a que engorden un poco."
El León rugió y dijo:
"¡Que desdichado soy!. Esto me pasa por confiar en falsos e inútiles."
Moraleja
Quien no es bueno para sí,¿cómo lo será para mí?