Cierta vez, un Hombre muy pobre encontró tirada en medio del campo una preciosa Estatua de un Dios. Deseando verla en todo su esplendor, se la llevó a casa para poder limpiarla, de paso creía que aquel Dios lo recompensaría por su buena acción.
Con el pasar de los días, el Hombre estaba perdiendo la paciencia porque no tenía respuesta alguna a su buena acción. Y muchos días después, molesto tomó la Estatua y la arrojó hacia el piso con todas sus fuerzas.
Cuando la Estatua se partió en mil pedazos, dejó a la vista una gran cantidad de monedas de oro. Muy sorprendido, el Hombre recogió todas las monedas mientras se decía:
"Creo que no lo tuviste muy claro de cómo hacer tu trabajo querida Estatua. Cuando te estaba alabando y cuidando, no me ayudaste en nada. Ahora que te he maltratado, no me castigas, sino me premias con esta fortuna."
Moraleja
Si quieres conseguir algo de alguien ingrato,no le elogies, ya que con este tipo de personastan solo funcionan los castigos.