Una vez, estaba un hambriento y moribundo Lobo a la vera del camino echado. Una Oveja perdida, pasó por ahí cerca del rufián devorador, y al verla, le dijo al son de implorar:
"Gracias al cielo que te ha enviado a socorrerme amiga Oveja. Por favor, tráigame un poco de agua del arroyo, ya que muero de sed."
La Oveja fingió no escucharlo, pero el Lobo insistió:
"En cuanto beba esas gotitas de agua, yo mismo le prometo, sin ayuda de nadie, buscaré mi alimento."
"No lo tome a mal, señor lobo." — Respondió la Oveja haciéndose a un lado.
"Entonces, por favor cumpla mi pedido..." — Discutió el Lobo.
"No. Porque en cuanto le lleve el agua, usted me comerá. Así que adiós." — Y luego se fue la Oveja.
"Gracias al cielo que te ha enviado a socorrerme amiga Oveja. Por favor, tráigame un poco de agua del arroyo, ya que muero de sed."
La Oveja fingió no escucharlo, pero el Lobo insistió:
"En cuanto beba esas gotitas de agua, yo mismo le prometo, sin ayuda de nadie, buscaré mi alimento."
"No lo tome a mal, señor lobo." — Respondió la Oveja haciéndose a un lado.
"Entonces, por favor cumpla mi pedido..." — Discutió el Lobo.
"No. Porque en cuanto le lleve el agua, usted me comerá. Así que adiós." — Y luego se fue la Oveja.
Moraleja
Muerte por lobo anunciada, no mata oveja avisada.
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